La reclusión del proyecto de vida: iluminando el campo de los posibles ante la opacidad del encierro»

  

RESUMEN

Presentamos una experiencia de trabajo psicosocial con inicio en el Hospital Psiquiátrico Vilardebó, con un usuario del sector de judiciales. En equipo, la Trabajadora Social y el Psicólogo de Sala, junto a dos estudiantes avanzados en Trabajo Social y Psicología, emprendimos una tarea de apoyatura psico-social durante la internación que continúa en la fase de primera reinserción social. Con un enfoque social-histórico subjetivante, desmedicalizador y desmanicomializante, emprendemos este viaje de varias etapas, entendiéndolo como una manera de trabajo de campo holístico. En general la tarea durante la internación de los equipos de salud se restringe a los muros del hospital, y tras la internación el paciente muchas veces se encuentra sin apoyo, quedando vulnerable y pasible de sufrir una nueva crisis. Intentando sembrar una semilla para construir modelos de trabajo que ataquen este hecho perverso, es que iniciamos este camino.

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Sobre los motivos que nos llevaron al acompañamiento psicosocial como estrategia de abordaje

Conformamos un equipo interdisciplinario para poder brindar una mejor contención y apoyatura tanto en el proceso de internación como en el de externación, tratando de construir herramientas para un buen desempeño en el afuera.

Al ser un equipo con distintas edades nos posibilita tener diferentes miradas, enfoques y buscar diversos caminos de resolución en cuanto a la reinserción de la persona a ser acompañada. Buscando, no solo compromiso con ella, sino también entre nosotros, pudiendo analizar nuestras implicancias así como brindarnos contención mutua.

Trabajamos dentro de una institución hospitalaria psiquiátrica por lo tanto, retomando a Deluze, se define por una subjetividad de flujo y de corte de flujo en las formas objetivas del grupo dándose una complementariedad del sujeto deseante de la institución y del objeto institucional.

Es así que uno de nuestros objetivos es desestigmatizar tanto la pena judicial como, en el campo médico, ir hacia la desmimetización, la desmanicomialización y la desmedicalización.

Como también lo plantea Foucault, la subjetividad es un pliegue de afuera en el adentro, y nuestro trabajo se basa (en parte) en la labor de deconstrucción y genealogización para mediar en la ruptura con este modelo que abarcó gran parte de la vida del paciente. Desestructurar sus modos de enunciación para poder elucidar el contenido de sus deseos y comenzar un trabajo de engranaje que deje de lado el discurso totalizador y de exclusión para construir una «máquina de producción» que pueda dirigirse por elecciones propias. Dar paso a la construcción de un campo de posibles, no acotado ni predeterminado, sino flexible con expectativas de descubrimiento y co-construcción, teniendo en cuenta la singularidad, y lograr una habilitación para nuevas producciones y re-direccionamientos.

A nuestra propuesta, basada en la noción de complejidad, la llevamos a cabo mediante el trabajo sobre los puntos resilientes, promoviendo la autonomía, promoviendo la superación de su situación de «cronicidad». Partimos de la emergencia de demandas singulares buscando la proyección e identificación en su elaboración, con verdadero sentido de pertenencia, generando confianza en sí mismo para un camino productivo posible y salir de la amenaza del callejón sin salida, reafirmando el espacio transicional, no llenando las carencias sino construyendo algo nuevo.

La propuesta no es brindar auxilio ni asistencialismo, sino acompañar los pasos, apoyar los proyectos, facilitar un despliegue dando un sostén emocional, una función de soporte, orientado en la ampliación de su campo de posibles.

Trabajamos entonces su vida cotidiana. Analizamos junto con él los modos de existencia y de interpretación del mundo, utilización de las tecnologías del yo, intentando construir procesos de subjetivación, incluyendo la familia, la cual haremos parte de este proceso y el análisis del tejido social.

Nos propusimos orientarlo hacia la tolerancia a las frustraciones y brindarle herramientas para el logro de un control de lo pulsional y aceptar sus afectos, para dar paso a la mediación pensada, masticada, asimilada, terminando por poder internalizarla.

Ponemos sobre la mesa el tiempo actual de consumismo y demanda social, para poder trabajar todas las cuestiones mencionadas. Este acompañamiento tiene como uno de sus ejes ser el hilo conector entre “Carlos” y el exterior, así entre otras cosas se lleva a cabo la construcción de redes comunitarias e institucionales que habiliten a una real inclusión, ya desde la etapa pre-externación.

 

Primeros pasos en el acompañamiento psicosocial durante la etapa de pre-externalización.

El proceso de acompañamiento se inició durante los últimos cinco meses de reclusión-internación de “Carlos”. Hasta entonces, sus expectativas sobre la externalización rondaban entorno a la posibilidad de vivir con su hijo. En las charlas con el Equipo de acompañamiento, no manifestaba otra expectativa que la convivencia con su hijo, sí alguna preocupación por el lugar y los recursos para desarrollar su vida, pero de forma vaga y difusa.

La propuesta de realizar un acompañamiento psicosocial durante los primeros meses del proceso de externalización es tomada por “Carlos” con entusiasmo. Se incorporan al equipo dos compañeros estudiantes de las Licenciaturas de Psicología y de Trabajo Social de la Universidad de la República. El vínculo que se conforma entre todos es fundamental para la generación de un espacio de escucha, comprensión y reflexión entre todos los implicados. Se comienza un acercamiento a los referentes familiares de “Carlos”. Se realizan encuentros en la casa de la familia, acercamientos al barrio de referencia y convivencia de la familia, y eventualmente de “Carlos”.

La apatía por una externalización que aún no encontraba puntos claros desde los cuales construir desde lo sentido y lo pensado un nuevo proyecto de vida, comienza a colorearse primero de matices más o menos claros, hasta lograr una paleta de diversidad de colores que van siendo creados y recreados por “Carlos” y quienes lo acompañamos en ello.

Su campo de posibles va ampliándose desde el plano de lo sentido y lo pensado; imponiendo la búsqueda de materializaciones, de enfrentarnos con la macro estructura y la institucionalización. Asimismo, poco a poco otros integrantes del equipo de sala comienzan a interiorizarse. Durante las últimas, semanas de internación, compartieron el espacio dos Psiquiatras los cuales se prestaron interesados en contribuir en el proceso de acompañamiento, una de ellas aún se mantiene vinculada al trabajo que venimos desarrollando, siendo un integrante de relevancia a la hora de gestionar cuestiones referentes al tratamiento ambulatorio de “Carlos”.

Los referentes familiares, van integrándose a la propuesta de acompañamiento, realizando sus aportes, planteando sus dudas, sus inquietudes. Se trabajo con ellos respecto a la desmistificación de la locura y la noción de criminalidad, en la medida que en sus sentidos hegemónicos no habilitan a que la persona se exprese en su integralidad.

Durante esta etapa se realizaron acercamientos la familia de “Carlos”, de forma telefónica, entrevistas en la sala, y en su propia casa. Si bien parece compartir inquietudes similares a las de “Carlos”, generalmente, los referentes familiares se centran en la noción de enfermedad y riesgo, en tanto posibilidad de sufrir recaídas, de hacer abandono del tratamiento, de “volver a meterse en problemas”.

Entre confianza y desconfianza, esperanza y desesperanza, gestiones que van y vienen, vamos vivenciando todos y todas, un proceso de deconstrucción y reconstrucción de un proyecto de vida que lucha por salir de la demarcación perpetua de la criminalidad y la locura.

 

Caminando por la externalización: la materialización de la libertad judicial y el egreso hospitalario.

La externación de “Carlos” fue vivida y transitada por el Equipo desde el momento en que quienes hasta entonces compartían el espacio cotidiano de trabajo en la sala comenzaban a construir una forma, una estrategia de sostén y orientación en el proyecto de egreso de hasta entonces aquel de tantos otros pacientes. En la singularidad de “Carlos”, no fue un desacierto pensar que el deseo de concreción de la diariamente esperada “resolución judicial para el egreso”, se vivenciara desde el momento que ingresaba al hospital, hace poco más de tres años. Durante el último año de reclusión-internación, se instalaba semanalmente su pregunta sobre cuándo, cómo y hacia donde se daría su libertad judicial y egreso hospitalario.

Claramente un proceso de acompañamiento requiere de una conformación de Equipo, interdisciplinario y con argumentación sostenida sobre la estrategia de acompañamiento. En base a esto conformamos el actual Equipo.

El acompañamiento psico-social en tanto abordaje técnico-existencial de la realidad, en su etapa de externación se constituye en un dispositivo mediador clave dado que genera espacios de deconstrucción de las cristalizaciones producidas por las nociones de “loco”, “enfermo”, “delincuente”, “peligroso”; que impregnan la realidad simbólica y material de Carlos. En tanto re significación de sus potencialidades, trabajamos conjuntamente en la construcción de nuevos territorios para la expresión y producción de nuevas subjetividades, en tanto que el sentir “ya es superar hacia la posibilidad de una transformación objetiva; en la prueba de lo vivido, la subjetividad se vuelve contra ella misma y se arranca de la desesperación por medio de la objetivación” (Sartre, año: 82).

Actualmente nos encontramos en las primeras instancias de acompañamiento en la vivencia de la externación y desinstitucionalización. El lunes 20 de Setiembre, en horas tempranas de la tarde, “Carlos” comenzaba a concretar los primeros pasos en esta etapa. El recibimiento “del afuera”, no ha sido distinto al que muchos otros viven, vivimos. La descoordinación de los servicios de atención, las limitaciones y el maltrato burocrático, el proyecto familiar que se comienza a elaborar con marchas y contra marchas, “Carlos” y su vivencia interna de esto.

 

Algunas reflexiones desde lo teórico-político

Esta experiencia de acompañamiento, la primera para algunos integrantes del Equipo, nueva para “Carlos” y su familia; nos habilita a un proceso propio de objetivación analítico-reflexiva. Las nuevas manifestaciones de la cuestión social replantean las maneras tradicionales y ortodoxas de conocer, pensar y actuar, instalan la necesidad de correrse de lo institucional instituido. La lectura instrumentalizada que opera en el diseño e implementación de las políticas sociales y que encontraba su fundamento en la supuesta homogeneidad de las problemáticas sociales pierde consistencia dado que la crisis de legitimidad del actual orden burgués no se remite exclusivamente a sus aspectos económico-estructurales, sino también, involucra aspectos simbólico-valorativos que trastocan e interpelan el sentido del proyecto impulsado por la razón moderna.

La salud mental se configura en espacio de dominación y explotación socio-política de intervención estatal en tanto expresa las crecientes contradicciones entre capital-trabajo, como ámbito que expresa las manifestaciones de la cuestión social y, campo para la instrumentación de políticas sociales claramente orientadas en dispositivos que dan forma a nuevas estrategias de control social (Colombo).

Por consiguiente, las disciplinas de la salud mental configuran más que un campo de producción científico, espacios de reproducción de la enajenación subjetiva y material que al homogeneizar el hacer, sentir y pensar ocultan los mecanismos económico-estructurales que los producen.

El tipo de racionalidad hegemónica en las prácticas en salud mental subsume de este modo la profundidad de lo vivido, el conflicto, las tensiones, el dolor, más precisamente la historia del padecimiento -su singularidad- a principios abstracto-universales codificados en las taxonomías psiquiátricas que los sujetos diagnosticados decodifican para configurar su mundo de significaciones en relación a los parámetros de normalidad-anormalidad impuestos por el “modo de ser racional” del Estado.

El diagnóstico clínico en tanto técnica de objetivación determina en gran medida cuán poseedor de derechos es el individuo en tanto condiciona a cuáles, cómo y a qué tipo de derechos accede el mismo. Se desprende una paradoja, la cual remite a que; cuanto mayor es la proporción en que el sufrimiento se constituye en enfermedad mental mayor es la degradación de su condición en la estructura social como sujeto de derecho. Las estructuras del porvenir a partir de las cuales se puede comenzar a indagar el campo de los posibles de un devenir transversalizado por el orden médico y jurídico se estrechan dada la carencia y, ausencia en la sociedad de mecanismos de real inclusión social.

A su vez, al momento en que se accede a la posibilidad de gestionar un derecho social el Estado burocratiza la demanda exigiendo contrapartidas que resultan paradójicas si se considera la situación de encierro que padecieron y que el propio Estado implementa como estrategia para defender a la sociedad.

Si bien el individuo es considerado capaz para responsabilizarse en el cumplimiento o incumplimiento del tratamiento, a su vez, queda incapacitado para participar de la trama social, hecho que deviene en una creciente exclusión de dicha población de los circuitos culturales y económicos. La “existencia pendular” de dicha población radica en que una vez diagnosticados por el códec del DSM V y adjudicada la condición de “enfermo mental”; el despliegue de su cotidianeidad se centra y somete a la búsqueda de los beneficios –mal denominados derechos- que el sistema de protección social otorga  y, es este último quien comienza a jerarquizar y regir su cotidianeidad; narrando arbitrariamente sus historias de vida.

El espacio construido entre el Equipo y “Carlos” posibilitó vivenciar su trayectoria de vida más allá de los diagnósticos médicos y judiciales, los cuales muchas veces configuran una otredad estereotipada -«enferma», «anormal», «delictiva»- a partir de la cual la persona comienza a desubjetivarse.

El trabajo realizado hasta el momento comienza a habilitar a “Carlos” a pensarse y reubicarse de modo alternativo a la medicalización. La imaginarización se constituyó como una categoría teórica-metodológica clave dada la situación de encierro que “Carlos” padeció». Tomamos esta categoría de las clases impartidas por el Prof. Joaquín Rodríguez Nebot, en sus clases en la Fac. de Psicología de nuestra Universidad Pública, por el año ’98. Esta noceptual, da cuenta de la incitación por parte del terapeuta para que el sujeto pueda proyectarse en el futuro, para construir líneas posibles de devenir, a partir de una conscientización de sus cartografías, de su plano de inmanencia.  Nocepto, hermano de la noción de Proyecto como la entendía Pichón Rivière; nos orienta en nuestra praxis profesional para la búsqueda de la potencia de lo imaginario para la producción de lo real.

Para pensar sus proyectos esforzamos a “Carlos” a moverse en su pliegue subjetivo, a nivel de sus interioridades, familiaridades y diferentes vecindades. Lo invitamos a mapear constantemente su territorio, buscando líneas desterritorializantes que lo promuevan al cambio. Lo instrumentamos en los recursos que el Estado y otras instituciones ofrecen, experiencia que vivenciamos conjuntamente, pues el poliverso institucional al que recurrir toma formalidades e informalidades que la lógica técnica no siempre logra discernir.

Para el despliegue de este trabajo, que está en plena edificación, nos propusimos temporalmente trabajar tres meses más tras la externación, pero también nos comprometemos a culminar la tarea, esto es: que “Carlos” logre estar medianamente parado como sujeto social, con un básico de necesidades cubiertas. Aún estamos lejos de ese propósito.

Se confirma lo difícil de un trabajo micro psico-social con intenciones de generar una digna re-inserción social. La doble categorización de su condena: loco y delincuente; le marca un siniestro estigma. El desmontaje del personaje “del chorro”, no sólo es posible con un cambio exclusivo de su subjetividad, pues esta no se modificará si no hay estímulos que le ayuden al cambio. El diagrama institucional por ahora visualizado, no ofrece nada claro en ese sentido. Todo cuesta, nada se facilita. Y lo perverso de todo esto muestra que esta falla no es tal, sino que es parte del circuito social. Nuestra propia situación estatal y socio-institucional genera su propia fábrica de locos y delincuentes.

 

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“Acompañamiento terapéutico» Periódico mensual. Octubre 2006, año XXXI nº 346

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Autores: Lic. en Trabajo Social Cecilia Silva (Uruguay), Lic. en Psicología Alfredo Perdomo (Uruguay), Leticia Echeverria, Est. Lic. en Psicología (Uruguay), Pedro Da Costa, Est. Lic. en Trabajo Social (Uruguay).

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